Arquimedes Gonzalez, que pertenece a la moderna generacion de periodistas nicaraguenses, aparece por primera vez como velista y al hacerlo, entra tambien en la modernidad de la escritura inventiva sin tropiezos de principiante. En La muerte de Acuario hay dos elementos valiosos que se conjugan de manera eficaz, y son la historia nacional, y la imaginacion vista desde la propia literatura clasica, en balde los personajes principales son el presidente Evaristo Carazo, u de los presidentes de nuestros celebres treinta as conservadores de la segunda mitad del siglo XIX, sometido aqui a la fragua de la imaginacion; y el detective Sherlock Holmes creado por Sir Arthur Connan Doyle, pero que Arquimedes le toma prestado, junto con su inseparable amigo, el doctor Watson, para que viajen a la provincial Managua de aquella epoca en busca, nada mes, que de Jack El Destripador. Es la vela escrita por un buen lector de la historia de Nicaragua, y de las velas de Connan Doyle, y que habla por tanto, con cocimiento de causa, para juntar la historia leida con la literatura leida a traves de la imaginacion, que es donde se situa la vedad de esta vela. Pero se trata solamente de un experimento feliz. Asi como el Sherlock Holmes que recorre las calles de Managua en busca de las pistas para atrapar a Jack El Destripador, resulta creible porque sigue siendo un personaje de Connan Doyle, solo que trasplantado al tropico centroamerica, el Coronel Evaristo Carazo es creible desde su primera aparicion porque esta tratado como un personaje a veces ecuanime, las mas de las veces arbitrario, austero, y a la vez matrero, que gobierna un pais sumido en la oscuridad del atraso, al que alumbran las primeras luces republicanas. Quien entre en las paginas de La muerte de Acuario se encontrara con un libro lle de sorpresas. El primer automovil que llega al pais, y que termina descalabrado en mas del propio presidente Carazo. El encuentro de Sherlock Holmes con Ruben Dario en una cantina de Managua. El banquete de estado que el presidente Carazo ofrece al presidente Soto de Costa Rica, en fallida visita oficial, siempre el conflicto del rio San Juan de por medio. Y el fin de las pesquisas para hallar a Jack El Destripador, que el lector debe encontrar por si mismas al final, ya que me cabe duda de que todos quienes emprendan la aventura de leer este libro, llegaran cumplidamente, y con avidez, hasta la ultima pagina. Sergio Ramirez, ganador del Premio Alfaguara de Novela